Nunca imaginé que mi madrastra me encontraría masturbándome, pero cuando me vio explorando mi propio cuerpo por primera vez, en lugar de apartarse, se quedó conmigo. Sorprendido pero curioso, le conté que era mi primera vez, y con una confianza inesperada, decidió ayudarme a descubrir más. Me mostró, poco a poco, cómo disfrutar y conectar de una manera que jamás imaginé posible. Lo que comenzó como un momento incómodo se transformó en una experiencia compartida que nos llevó a un descubrimiento lleno de deseo y complicidad debido a que su coño apretado encajaba tan bien con mi pene.

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